Carlos Cosín

España frente al agua: entre la preocupación y la inacción

Un comentario sobre el Policy Paper “El agua en España: opiniones, actitudes y prioridades de los ciudadanos” del Real Instituto Elcano

El Real Instituto Elcano, referente en investigación estratégica y políticas públicas en España, ha publicado un policy paper que aborda de forma rigurosa y sistemática cómo perciben los ciudadanos españoles la situación del agua en el país, en un contexto marcado por el cambio climático, la escasez hídrica y la presión sobre los recursos. El estudio se convierte en una herramienta clave para entender las actitudes sociales hacia el agua y evaluar la aceptación de soluciones como la reutilización, la desalación o los cambios tarifarios.

La publicación, basada en una encuesta realizada entre febrero y marzo de 2025, aplica marcos teóricos de la psicología social y la economía ambiental, y representa un esfuerzo relevante por conectar las políticas hídricas con el pulso social. Analiza en detalle la preocupación, el conocimiento, la disposición al cambio, la confianza institucional y las preferencias ante medidas concretas. El documento recoge datos en seis comunidades autónomas representativas (Andalucía, Cataluña, Galicia, Madrid, Murcia y Comunidad Valenciana) y ofrece una radiografía precisa de las creencias y contradicciones del ciudadano medio español frente al agua.

Principales hallazgos del estudio:

  • Alta preocupación social, baja disposición a actuar

El 89% de los ciudadanos muestra preocupación “alta o bastante alta” por la sequía, pero solo el 18% está “muy de acuerdo” en consumir agua regenerada, y menos de la mitad aceptaría pagar más en su factura para garantizar la seguridad hídrica.

  • Desconocimiento sobre los usos del agua

Un 31% identifica correctamente a la agricultura como el mayor consumidor de agua, pero solo un 7% acierta en estimar que consume cerca del 80%. La industria y el turismo son percibidos como mucho más demandantes de lo que realmente son.

  • La agricultura como prioridad en sequía

El 58% de los encuestados cree que, una vez garantizado el consumo humano, el regadío debe ser la prioridad en escenarios de escasez. También se valora positivamente su eficiencia hídrica, detrás únicamente del sector energético.

  • Alta percepción de capacidad de ahorro, pero poca conversación social

El 66% de las personas encuestadas considera que podría reducir su consumo diario de agua, pero el 47% admite no hablar nunca o casi nunca sobre el problema del agua con su entorno cercano.

  • El agua no se percibe como cara, y el margen de subida tarifaria es limitado

Solo un 33% cree que el agua es cara frente a otros suministros (luz, gasolina, internet). El 48% estaría dispuesto a pagar algo más, y de estos, un 53% aceptaría un incremento de hasta 10 euros mensuales.

  • Fuerte apoyo al uso de agua regenerada y desalada, salvo en usos con contacto directo

El 79% de los encuestados aceptaría usar agua regenerada para usos no directos (riego, baldeo, cisternas), pero el rechazo sube al 60% cuando se trata de beberla o cocinar, especialmente en el caso del agua regenerada frente a la desalada.

  • Confianza baja en instituciones; la ciencia lidera la credibilidad

La comunidad científica alcanza una puntuación media de 7,2 sobre 10 en confianza ciudadana, frente a un 5,3 para técnicos de la administración y por debajo del 5 en el caso de medios, sindicatos o algunos gobiernos.

  • Mayor apoyo a medidas que aumentan la oferta que a las que reducen la demanda

Medidas como la desalación (30%) y la reutilización de aguas residuales (31%) reciben amplio apoyo, frente a estrategias de demanda como limitar el regadío (3%) o subir tarifas (1%).

Conclusiones:

Este documento pone en evidencia una verdad incómoda pero crucial: la aceptación social será el verdadero termómetro del éxito de cualquier política hídrica en España. La innovación tecnológica por sí sola no bastará si no se acompaña de pedagogía, transparencia y liderazgo institucional. Para avanzar hacia una seguridad hídrica sostenible, resiliente y equitativa, es imprescindible construir un nuevo pacto ciudadano con el agua, en el que la reutilización, la desalación y la eficiencia dejen de ser opciones técnicas y pasen a formar parte de una cultura del agua compartida.

Debemos subrayar que este análisis ofrece una visión muy certera de la situación actual y revela tres hechos especialmente relevantes:

  1. Contradicción entre preocupación y acción: Aunque los ciudadanos identifican el agua como un tema crítico, su disposición real a actuar es muy limitada. Esta desconexión sugiere una falsa sensación de seguridad y un escaso conocimiento de la gravedad del problema. Hasta que no se perciba una amenaza directa en el suministro, la ciudadanía no se movilizará.
  2. Incoherencia en la percepción del valor del agua: Se considera que el agua no es cara, pero existe un fuerte rechazo a subir las tarifas. Esta paradoja refleja una falta de comprensión sobre el verdadero coste del recurso. Como sucede en países en vías de desarrollo, es probable que solo se valore más cuando ya no esté disponible.
  3. Desconfianza institucional como barrera estructural: La baja confianza en las instituciones representa uno de los mayores obstáculos. Urge una política hídrica vertebradora que forme parte integral del plan de sostenibilidad del país, con un presupuesto claro y acciones concretas que devuelvan credibilidad y capacidad de liderazgo al sistema.

 

Esta es, sin duda, una llamada a la acción para quienes lideramos el sector.

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